LAS TÉCNICAS DEL LENGUAJE CLARO

El lenguaje claro no es una cuestión de talento, sino de técnica. Si alguien quiere que su escrito comunique con eficiencia, debe conocer y aplicar las herramientas que los expertos en lenguaje han desarrollado desde hace décadas. Hoy día se exige claridad en los textos escritos, pero se deja de lado que esto se logra mediante técnicas precisas, no esperando a la musa inspiradora de la claridad. 

 

Existen varias recomendaciones sobre la escritura profesional, como planificar el trabajo, escribir borradores o editar en colaboración. Sin embargo, el redactor, en su trabajo solitario frente al teclado, es quien debe aplicar las técnicas de lenguaje claro, frase a frase y párrafo a párrafo. 

 

A continuación, las técnicas básicas de lenguaje claro para cualquier texto de no ficción, seguidas de algunos consejos sobre la redacción de normas jurídicas.

LAS TÉCNICAS BÁSICAS

  • Piensa en el lector: Es fundamental considerar a la persona que leerá el escrito. Una norma jurídica es particular porque tiene dos potenciales destinatarios: la persona a quien va dirigida la norma y el intérprete jurídico futuro que debe aplicarla. Por ello, redactar el lenguaje claro es esencial.

 

  • El orden de la oración: la primera técnica consiste en seguir la estructura Sujeto + Verbo + Predicado. Siempre debe haber alguien (sujeto) que hace o debe hacer algo (verbo + predicado). Ese debería ser el orden básico al escribir. 

 

  • El tamaño de la oración: Las oraciones que siguen la estructura Sujeto + Verbo + Predicado deben tener entre 20 y 25 palabras. Aunque ocasionalmente se requerirán oraciones más cortas o más largas, controlar el tamaño de las oraciones es esencial para mantener la claridad. Que el contador de palabras de Word sea tu aliado para ello.


  • El tamaño del párrafo: Combina tamaños cortos y otros más largos, que se muevan entre 150 y 250 palabras. De nuevo, usa constantemente el contador de palabras de Word. 

 

  • Eliminar las palabras innecesarias: Luna forma efectiva de mantener el tamaño de la oración es eliminar palabras innecesarias. Mejor una palabra que dos. Si quitas la palabra y la oración sigue conservando el sentido, vas por buen camino.

 

  • Evitar la jerga y el latín: El lenguaje abogado jurídico no es técnico, sino común. Los supuestos tecnicismos a veces son palabras que nadie usa. En lugar de usar palabras raras como “morigerar” o “sub judice”, elige alternativas más sencillas que cualquier persona pueda entender.

 

  • Mas puntos, menos comas: El punto seguido debería ser tu signo de puntuación favorito. Indica que la idea está completa y ayudada dividir la información en segmentos más digeribles.



  • Preferir la voz activa frente a la voz pasiva: La voz pasiva es una voz tímida que hace intercambia la posición entre el sujeto y el predicado. El niño pateó el balón es voz activa: el sujeto hace algo. El balón fue pateado por el niño es voz pasiva: el balón -el objeto- está recibiendo la acción. Aunque no hay ningún error gramatical en la voz pasiva, generalmente se prefiere la voz activa para un lenguaje más claro. Algunas veces, por el contexto, lo importante será la acción y no el sujeto, pero eso será la excepción.

 

  • Evitar los verbos nominalizados: cuando convertimos un verbo en sujeto estamos nominalizando el verbo. Por ejemplo, cuando digo “realicé la notificación” estoy convirtiendo el verbo notificar en el sustantivo (la) notificación. Aunque no hay un error gramatical en hacerlo, nominalizar el verbo exige usar más palabras para decir lo mismo.

 

  • Cuidado con los sinónimos: En ocasiones, es mejor repetir un término para mantener la claridad, en lugar de variar el vocabulario. Si te refieres a una resolución sigue usando ese término, en lugar de alternarlo con “acto administrativo”.

CONSEJOS PARA LA REDACCIÓN DE NORMAS

  • Las definiciones: Algunas leyes incluyen un artículo inicial de definiciones. Cada definición debería limitarse a explicar qué es el concepto, sin incluir detalles sobre las reglas jurídicas que se derivan o están asociadas a la definición. Las definiciones son los cimientos sobre los cuáles se construirán las posteriores reglas jurídicas. 

 

  • Preferir el singular al plural: Si una regla se aplica a un elemento en singular, también se aplica a cualquier otro elemento que cumpla los mismos requisitos de la norma. El singular abarca tanto un único caso como múltiples casos que encajan en la norma legal. Si redactamos en plural, podríamos generar la idea que la norma solo se aplica si hay varios elementos. Si vas a usar plural, asegúrate que es necesario.

 

  • Redactar la norma en positivo: Una norma jurídica es como una sombrilla: La norma aplica a todo aquello que caiga debajo de la sombrilla, pero no aplica a lo que está por fuera de ella. Redactar la norma en positivo es regular lo que cabe bajo la sombrilla. Redactarla en negativo exige regular el universo de posibilidades que están por fuera de ella, lo cual sería extenso y complejo. Además, regular en positivo exige menos palabras: solo vas a comer cereal es más corto que no vas a comer otro alimento que no sea cereal. Las normas en negativo deberían limitarse a reglas que prohíben. 

 

  • Establece el mejor lugar para las condiciones de la norma: Las condiciones de una frase, o incisos en una oración, son expresiones que establecen condiciones de modo, tiempo o lugar de aplicación de la norma. Aunque no hay regla, la condición debería ir al comienzo de la oración cuando es más corta (en cantidad de palabras) que la norma. Pero la condición debería ir al final de la oración si es más extensa que la frase que contiene la norma básica.  Las condiciones de una oración determinan el modo, tiempo o lugar de aplicación de la norma. Aunque no existe una regla fija, es recomendable colocar la condición al inicio de la oración cuando es más breve que la frase que contiene la norma jurídica. Si la condición es más extensa que la norma básica, es preferible situarla al final de la oración.

 

  • Usa el tiempo presente: Una norma debe redactarse pensando en el momento en que una persona la va a aplicar. El lector o intérprete, en algún momento, estará utilizando la norma en ese preciso instante, por lo que debe leerla como algo aplicable en su presente, no en el futuro. Sin embargo, el uso del tiempo futuro puede ser adecuado en casos específicos, como cuando la norma describe acciones que se espera que ocurran más adelante o que están condicionadas a eventos futuros.

 

  • Evita las referencias cruzadas: Una referencia cruzada es una mención a otra norma, como cuando se indica: «para aplicar el presente artículo, deben considerarse las reglas establecidas en el artículo X.» Aunque estas referencias tienen la finalidad de aclarar una norma o delimitar su aplicación, su uso excesivo puede ser una carga para el lector. Las leyes no suelen leerse de principio a fin; se consultan de manera «modular».  El lector de una norma suele buscar aquello que necesita y por eso, debería ser lo más autocontenida posible.

 

  • Evita la autojustificación de cada artículo: Es común encontrar artículos que incluyen expresiones como «con el fin de», «con el propósito de», o «con el objetivo de». La próxima vez que te encuentres con una de estas frases, o sientas la tentación de incluirla al redactar, considera si ese fin, propósito u objetivo es realmente necesario para construir una regla legal. En su forma más simple, una norma debería ser una instrucción o prohibición clara, y la finalidad sobraría. 


Uso de la Inteligencia Artificial IA: La IA es una herramienta útil para la redacción de normas legales claras y bien estructuradas. Sin embargo, no puede adivinar las intenciones del redactor ni reemplazar su criterio. Aunque la IA puede asistir en la organización de ideas, carece del contexto y la comprensión profunda necesarios para captar las sutilezas legales y los objetivos normativos específicos. Al combinar tus habilidades de redacción con las capacidades de la IA, puedes optimizar la longitud de los párrafos, ajustar el tono y el ritmo del texto, y garantizar que cada oración cumpla su función con precisión. Sin embargo, la interpretación jurídica, la formulación de principios legales y la adaptación a contextos específicos siguen siendo tareas que requieren la intervención humana.

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